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Además es rico en ácidos grasos saturados de cadena media, los cuales se absorben directamente en el intestino. Desde allí son enviados al hígado para ser transformados en energía, por lo que no participan en el transporte del colesterol.

En SriLanka, uno de los mayores consumidores de este aceite, se observó que a medida que sus consumidores dejaban de ingerir aceite de coco, las enfermedades cardiovasculares aumentaban.

Es muy importante cuidar el punto de humo de este aceite, es decir, la temperatura en la cual el aceite comienza a presentar reacciones químicas como oxidación, hidrólisis, isomerización y polimerización, produciendo humo. Este puede ser tóxico para la salud. Por eso evita al máximo freir tus alimentos ni volver a usarlo en otra preparación.

De acuerdo con Ghana Medical Journal, el aceite de coco extra virgen contiene ácidos grasos que pueden contribuir a la reducción del peso y ayudan a la prevención secundaria de la enfermedad arterial coronaria.

Asimismo European Journal of Clinical Nutrition asegura que tras un estudio realizado a 45 personas donde se les administró tres diferentes tipos de aceites (aceite de coco, aceite de palma y aceite de oliva) se encontró que es prematuro clasificar a los aceites de coco y de palma como aceites perjudiciales que elevan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.